domingo, 7 de noviembre de 2010

Cuento: Los gusanos de seda de Chin.




  Gusach era un pueblo dedicado a trabajar la seda. Allí vivía Chin. Desde pequeña había cuidado de muchos gusanos que se habían transformado en hermosas mariposas. Estos, a cambio, le habían dejado sus preciosos nidos de seda. Ahora era una joven de veinte años.

  Chin deleitaba a sus gusanillos con los cuentos y canciones que inventaba. Sus amiguitos crecían y ella no cesaba de acariciarles y alimentarles con verdadero cariño.

  Las vecinas intentaban aconsejarla diciendo: “Pierdes el tiempo haciendo tonterías a esos animales. Nunca llegarás a ser una gran propietaria. Mira tu prima Chun que, con grandes esfuerzos, ha explotado muchos gusanos y tiene una gran fortuna”.

  Ella les replicó: “Es verdad. Es una gran propietaria. Pero sus gusanos no llegan a ser mariposas. Sin mariposas pronto nos quedaremos sin gusanos”.

  Una vecina contestó: “¡Qué más da! Lo importante es conseguir mucha seda”.


  Chin decidió seguir su camino sin hacerles caso. Ella apreciaba a sus gusanos. No quería explotarlos sin desgastarlos. Deseaba que llegaran a ser mariposas.

  Aquel invierno Chin se puso muy enferma. El médico informó a su padre: “Hay que trasladarla cuanto antes al Hospital General. Necesito operarla de esta grave enfermedad”.

  Su padre intentó recaudar dinero para la operación. Nadie, ni siquiera la rica Chun, le prestó una sola moneda.

  Los gusanos de seda decidieron ayudar a su amiga y pidieron a las hadas un plan mágico. Su deseo les fue concedido. Esa noche trabajaron muy duro.

  Los gusanillos comenzaron a fabricar mucha seda y de muy buena calidad. A la mañana siguiente, el padre de Chin se quedó boquiabierto al contemplar el trabajo realizado.

  En ese momento llamaron a la puerta. El padre abrió. En el umbral apareció un hombre joven. Por su ropa parecía muy rico. Se presentó sonriente diciendo: “Soy King Se. Me han dicho que aquí venden seda.”

  El padre no salía de su asombro al ver la cantidad de seda y comprobar que alguien bien informado quería comprarla.

  Algo nervioso dijo: “Pues sí. Pase, pase… No sé si le gustará. Pero aquí la tiene”.

  King Se cogió un poco de la seda. Los gusanillos se miraban y guiñaban los ojos.

  El hombres exclamó: “¡Es la mejor seda que he visto en mi vida! ¡Vaya calidad! ¿Quién cuida de estos gusanillos?”

  El padre informó a aquel hombre de la grave enfermedad que padecía Chin.

  La joven, que había oído los halagos del comprador, le pidió que la sentara al borde de la cama. Hablaron, durante largo rato del método de Chin para criar a sus gusanos. King Se, admirado ante la sacudiría de la joven, se puso en pie y dijo al padre: “¡Amigo! Prepare el equipaje. Yo pago los gastos de esta operación”.

  Volvió la cabeza hacia la joven y siguió: “Con una condición, Chin. Cuando regreses me enseñarás a cuidarlos como tú lo haces”.

  Chin contestó muy contenta: “¡Estupendo! Lo haré encantada”.

  La joven miró a sus gusanillos que la sonrieron muy agradecidos. (Diario vasco, RJ)
Cortesía de Gema, Gracias.