jueves, 4 de noviembre de 2010

Nuestro patrimonio en manos extranjeras.

 Nos hemos acostumbrado a ver cada día subastas de obras artísticas de incalculable valor en Galerías de Europa. Nuestro patrimonio cultural es atesorado por manos extranjeras y muchas veces a ellas debemos la conservación de elementos insustituibles de nuestra historia. Podrá pareceros que hablo sólo de obras de arte, pero no es el único bien susceptible de protección. Quiero hacer especial mención a ciertas especies vegetales y animales que tradicionalmente han sido criadas en nuestra península, y aunque su origen no sea ibérico, su dilatada permanencia entre nosotros y la continua selección a la que han sido sometidos, las convierten en variantes diferenciadas del ser original.

 Durante la dominación islámica, vinieron desde oriente ciertas cepas de gusanos que reprodujeron hábiles manos. Cada región seleccionó y clasificó las especies preferidas según la calidad de su seda. Se puede hacer un esquema de las razas autóctonas españolas (sin ánimo de rigurosidad) :

Variedades industriales:
-Raza amarilla española nº1, Variedad murciana de relativa nueva creación, como selección.
-Raza amarilla española nº2, Sierra Morena de origen presumiblemente  antiguo.

Variedades de sedal e hijuela:
-Galera (los Italianos llaman "Almería").
-Minano.
Otras:
-Gubbio, que se extendió por el sur de Francia y se supone originaria del Levante español.
-Otras muchas no catalogadas.
 Por supuesto no incluyo las variedades de origen portugués, ibéricas a fin de cuentas y hermanas de las españolas (ya dedicaremos un capítulo a nuestros vecinos (frater) lusos). Solamente las dos primeras son localizables con cierta facilidad, las otras son harina de otro costal.

 Pues bien, haciendo un poco de trabajo de campo he dado con colecciones fuera de nuestras fronteras donde se conservan, estudian y reproducen año tras año los gusanos originarios de nuestro país. No quiero señalar con el dedo, pero me he puesto en contacto con muchas de estas instituciones, cuál es mi sorpresa que cuando solicito ciertas especies me son negadas, aún siendo miembros de la UE y compartiendo un espacio económico común. Y para más interés, cuando es política de éstas introducir y ayudar a los criadores nacionales de sus respectivos países aportando simiente. 

 La industria de la seda española desapareció progresivamente, pero el patrimonio genético fruto del trabajo de muchos antepasados, o no tan antepasados, no se puede olvidar. Es y debe ser objeto de especial protección, como lo son tantas especies de nuestra amplia geografía (caballo español, perro pachón, gallina utrerana, etc...). Debería existir una asociación que luchara por su preservación ante las instituciones públicas, educara a la sociedad y promoviera la conservación de un bien que nos pertenece y no debemos dejar desaparecer. No se trata de un simple divertimento infantil; aunque he de admitir que es una bella imagen, ver a niños en las puertas de los colegios con sus cajas de zapatos...  

 Si sois curiosos mirad este enlace y de manera concienzuda los registros de los bancos de germoplasma (Italia y Francia). Nuestro patrimonio es detentado por manos extranjeras. Es momento de reconocer el trabajo de la FAO, sin sus informes no podría haber realizado el presente artículo.